Mientras que en Europa la iglesia católica se las ingeniaba para lograr que la población del viejo continente asociara el solsticio de invierno con el nacimiento de Jesús, en América los mayas también celebraban un nacimiento, pero a diferencia del nacimiento de Jesús, que se desconoce la fecha exacta, la celebración de los mayas estaba dedicada a un acontecimiento real, el nacimiento de un nuevo sol.
En nuestro país, si observamos el horizonte al amanecer durante un año, podemos notar que el sol tiene un desplazamiento de ida y vuelta norte/sur de acuerdo a la estación en la que nos encontremos. El punto más al norte de su trayectoria lo podemos apreciar a partir del solsticio de verano, el 21 de junio, cuando los días comienzan a ser cada vez más cortos, y su punto más al sur se da al llegar al solsticio del 21 de diciembre, cuando el sol se detiene para regalarnos las noches más largas del año antes de emprender su viaje de vuelta al norte.
¿Qué significaba el 24 de diciembre para los astrólogos mayas?
Una cultura que llegó a definir calendarios exactos como el haab, compuesto de 365 días, 5 horas, 48 minutos y 46 segundos, también fue capaz de comprender lo que ocurría en el solsticio de invierno, cuando el sol se sumerge en las noches más largas del año para finalmente resurgir el 25 de diciembre como un nuevo sol. A partir del 24 de diciembre el sol en el horizonte comienza su camino hacia el norte haciendo los días cada vez más largos y las noches más cortas hasta llegar al solsticio de verano.
Vivir en el corazón de la Riviera Maya te concede el privilegio de poder disfrutar de un espectacular cielo nocturno y un amplio horizonte para entender el universo que nos rodea.